Los embates hacia USAID

En un comunicado publicado el día de hoy, el Departamento de Estado afirma que la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, concida como USAID “se ha desviado durante mucho tiempo de su misión original de promover responsablemente los intereses estadounidenses en el extranjero” y, agrega, “está claro que una parte significativa de los fondos de USAID no está alineada con los intereses fundamentales de los Estados Unidos”. 

Estas afirmaciones se dan tan solo unos días de publicada la Orden Ejecutiva del Presidente Donald Trump para Re-evaluar y Realinear la Ayuda Oficial al Desarrollo de los Estados Unidos y el irrumpimiento ilegal de las oficinas de USAID, de acuerdo con diversas fuente, por gente vinculada con Elon Musk, con miras a desaparecerla. 

¿Por qué este embate hacia USAID es un tema relevante no sólo para la política interna de Estados Unidos sino para el desarrollo internacional en general? USAID lidera, en coordinación con otros actores globales, la asistencia humanitaria y de desarrollo internacional de los Estados Unidos. De acuerdo con cifras de la OCDE, EUA proporcionó 66 mil millones de dólares (dato preliminar) en Ayuda Oficial para el Desarrollo (AOD) en 2023. En este año, fue el mayor proveedor del Comité de Ayuda al Desarrollo en términos de volumen total de AOD. 

Además, Estados Unidos es el mayor socio humanitario, proporcionando el volumen más alto de asistencia humanitaria en 2022 (16.6 mil millones de dólares en compromisos bilaterales de AOD). También fue el mayor proveedor de desembolsos brutos de AOD bilateral a África, con 13.2 mil millones de dólares., apoyando a los países a reducir los efectos y alcance de los conflictos, evitando la propagación de enfermedades pandémicas y contrarrestando los factores de violencia, inestabilidad, delincuencia transnacional y otras amenazas a la seguridad. 

¿Qué es exactamente la USAID y cuáles son sus orígenes? 

El 4 de septiembre de 1961, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la Ley de Asistencia Exterior, que reorganizó los programas de ayuda exterior del país, separando la ayuda militar de la no militar. Esta ley determinó la creación de una agencia para administrar los programas de asistencia económica, y el 3 de noviembre de 1961, el presidente John F. Kennedy estableció la agencia, bajo el nombre The United States Agency for Internacional Development (USAID).

USAID se convirtió en la primera organización de asistencia exterior de EUA con un énfasis principal en esfuerzos de desarrollo económico y social a largo plazo. Liberada de funciones políticas y militares que habían afectado a sus organizaciones predecesoras, USAID pudo ofrecer apoyo directo a las naciones en desarrollo.

Durante la administración Kennedy, dio inicio a la denominada “década del desarrollo”, y por ello, la creación de USAID fue más que una reorganización burocrática, pues la agencia y la legislación que le dio vida, representaron un renovado compromiso de los Estados Unidos con los propósitos del desarrollo a nivel global. 

Cabe recordar que a finales de los cincuenta e inicios de los sesenta, como consecuencia del proceso de descolonización, surgen en África, Asia y el Caribe un gran número de nuevos Estados. Para entonces existían más del doble de países de los que había cuando se crearon las Naciones Unidas en 1945 y con mayores conflictos y problemas de desarrollo. La nueva realidad internacional generada por el surgimiento de nuevos países creó las condiciones para favorecer una mayor asistencia e influencia política de los países donantes – principalmente los Estados Unidos – hacia los países receptores.

En los primeros años de la década de los sesenta la “ayuda al desarrollo”, fue parte integrante de las relaciones económicas Norte-Sur.

Es en este contexto que surge la USAID como brazo derecho del “soft power” norteamericano. En efecto, la Orden Ejecutiva firmada por Kennedy permitió unificar los esfuerzos de asistencia, proporcionar un nuevo enfoque en las necesidades de un mundo cambiante y ayudar a otros países a mantener su independencia y volverse autosuficientes. 

Al justificar el Programa de Ayuda al Desarrollo de 1961 y la consecuente creación de USAID, el Presidente Kennedy enfatizaba: 

“… La respuesta es que no podemos eludir nuestras obligaciones: nuestras obligaciones morales como un líder sabio y un buen vecino en la comunidad interdependiente de naciones libres; nuestras obligaciones económicas como el pueblo más rico en un mundo en su mayoría pobre, como una nación que ya no depende de los préstamos del extranjero que una vez ayudaron a desarrollar nuestra propia economía; y nuestras obligaciones políticas como el principal contrapeso a los adversarios de la libertad.  

«Si no cumplimos con esas obligaciones ahora, sería desastroso y, a largo plazo, más costoso. Porque la pobreza generalizada y el caos conducen al colapso de las estructuras políticas y sociales existentes, lo que inevitablemente invitaría al avance del totalitarismo en cada área débil e inestable. Así, nuestra propia seguridad se vería amenazada y nuestra prosperidad en peligro. Un programa de asistencia a las naciones subdesarrolladas debe continuar porque el interés de la Nación y la causa de la libertad política lo requieren.»

Las palabras de John F. Kennedy son de una actualidad escalofriante y útiles de recordar en estos tiempos tumultosos.  Particularmente por la creciente proliferación de gobiernos populistas con discursos falaces tendientes a promover medidas unilaterales, que han cobrado particular fuerza en los últimos años en detrimento de un sistema multilateral de reglas que, a pesar de sus imperfecciones, sigue siendo la única vía para normar las relaciones internacionales, y promover la paz, la seguridad y el desarrollo a nivel global. 

La incertidumbre sobre el futuro de USAID demuestra que la tendencia hacia el unilataleralismo se refuerza – y esta vez sin contrapesos – en el segundo mandato del Presidente Trump. Su desaparición puede ser una embestida brutal ante los esfuerzos internacionales para cumplir con los objetivos de la Agenda 2030 y otros compromisos globales. A nivel geopolítico, podría significar una realineación del equilibrio de fuerzas y que Estados Unidos deje de ser el “buen vecino de la comunidad interdependiente de naciones libres”, como atinadamente lo predijo el Presidente Kennedy. 

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